Editorial septiembre
“El momento actual por el cual pasamos en Chile, para muchos, violento, deprimente, poco motivador, simplemente corresponde al –estado de civilidad- por el cual transita nuestra sociedad”.
Cómo no recordar cuando, en 1994, trajimos a Malangatana Ngwenya al Museo de Bellas Artes. Quizás el más importante pintor africano contemporáneo. Fue muy emocionante ver y oír a Don Francisco Coloane dar la bienvenida, en el acto inaugural, a Malangatana, con toda su sabiduría de insigne escritor y lobo de mar, calidez natural y admiración por la obra del artista africano. La sala Chile del Museo estaba invadida por la magia, la cultura y la historia reciente de Mozambique. Entre otras actividades planificadas estaba la realización de una exposición itinerante, con una obra del artista invitado y cinco pinturas de alumnos de la Escuela de Artes de la Universidad Católica.
Completaban esta muestra itinerante más de cien juguetes de alambre hechos por niños de la calle de Sudáfrica. Esta exposición colectiva recorrió las comunas de Colina, San Joaquín, La Pintana y La Florida. En cada comuna se sumaban dibujos realizados por niños de las diferentes escuelas locales, a quienes ya habíamos motivado para que pintaran el tema “África”. Finalizamos con un taller de pintura impartido por Malangatana en el Bellas Artes, al cual invitamos diez niños de cada comuna. El pintor conversó con cada uno de los chicos, mientras iba ofreciéndoles sus conocimientos, sus cantos y su gran amor. No puedo dejar de rendir un homenaje a ese negro lindo llamado Malangatana
que murió en enero del 2011. Pero más triste que su muerte es ver hoy esos centros culturales cerrados, heridos, atormentados por la silenciosa y porfiada amenaza del Covid 19 y sin poder planificar nuevas actividades por temor de nueva violencia infiltrada en
un posible nuevo estallido social. ¿es nuestro deber frenar esos actos violentos para no convertirnos en cómplices pasivo?