A más de 30 años del fin de la dictadura en Chile, sigue existiendo una gran invisibilización respecto a las vulneraciones cometidas contra personas LGBTIQ+ entre 1973 y 1990, las cuales no pudieron ser calificadas por las Comisiones de Verdad como crímenes motivados por la orientación sexual o identidad de género de las personas.
Pese a que hubo un intento por recopilar casos de violaciones a los DD.HH. hacia las diversidades sexuales y de género, los que se hicieron llegar a la segunda Comisión Valech en 2010, estos fueron desestimados por falta de testigos y medios para confirmarlos.
Mónica Briones, mujer lesbiana de 34 años, fue golpeada hasta la muerte la noche del 9 de julio de 1984, a la salida de un bar en el centro de Santiago. De acuerdo a la versión de una amiga que la acompañaba, el asesinato sería responsabilidad de un agente de la CNI, motivado por lesbofobia. La familia aceptó entonces la versión oficial, que etiquetó la muerte como un atropello; por esta razón no se realizaron mayores indagaciones.
Por información de un testigo directo, se conoce el caso del asesinato -en 1975- de un hombre que habría sido descubierto teniendo relaciones sexuales con un soldado en el Morro de Arica, caso que quedó al descubierto en 2010 a raíz de un interrogatorio realizado por la PDI a un ex marino, quien dijo haber sido testigo de los hechos. La víctima no fue identificada, en un caso que representaría la gran invisibilización de la violación a los DD.HH. de personas de la diversidad sexual.
Pese a la escasez de testimonios de primera mano, es conocida la persecución sufrida por mujeres trans durante la dictadura, quienes se vieron muchas veces forzadas a vivir en la marginalidad. Entre las pocas voces que han dejado constancia sobre este tema se cuenta la de Silvia Parada, dirigenta de TravesChile –primer colectivo trans del país-, quien recuerda que durante la dictadura las personas de la diversidad sexual que las fuerzas de orden consideraban fuera de la norma, eran detenidas, torturadas e incluso asesinadas.
“Un grupo de civiles que andaban en una camioneta, me subieron y me llevaron a José Domingo Cañas*. Me entraron a una casa donde había un subterráneo, me obligaron a pasar y ahí había dos personas con un computador de estos antiguos que me preguntaron por mi nombre de hombre, por dónde yo vivía y quiénes eran mis padres. Ellos llamaron a carabineros de la comisaría de Los Tres Antonios, que se comunicaron con mi mamá y ella me fue a buscar rápidamente”.
Silvia Parada, activista trans.
*Ex Cuartel Ollagüe, hoy convertido en Casa de la Memoria José Domingo Cañas, sitio de memorias abierto a la ciudadanía.