Es un proyecto de cine que surge a partir de varios hechos relacionados con el Río Mapocho, que a lo largo del tiempo me han llamado la atención, como, por ejemplo, cuando desde el puente Racamalac, vi cómo los Hawker Hunter, una y otra vez, aparecían volando desde el norte para bombardear La Moneda. Otro momento fue cuando leí la novela El Río, de Alfredo Gómez Morel, y a través de su crudo relato conocí el submundo que habitaba las entrañas del Río. Otro momento fue cuando tuve la oportunidad de ver las dramáticas imágenes, y la única filmación realizada por el gran fotógrafo Sergio Larraín,
de los niños llamados, Pelusas del Mapocho. Todas estas imágenes y escenas quedaron grabadas en mi ADN. En uno de mis tantos encuentros con el poeta Armando Uribe, le comenté la idea de hacer un film titulado. “Mapocho, una herida abierta”. Con Armando habíamos experimentado una fórmula de trabajo en el video Pre-Apocalipsis, en el cual grabé al ilustre poeta en el interior de un ataúd. En esta ocasión, se encontraba postrado en cama, hecho que no impidió nuestra labor. Armando esperaba que yo dijera: -Cámara, ok. -Es el 11 de septiembre de 1973 y usted está en el lecho del Mapocho y ve pasar los Hawker Hunter-.
Armando, sin titubeo, y en forma espontánea, declama un improvisado texto poético, el cual ya era definitivo. Y así fui nombrando, uno a uno, diversos hechos acaecidos a lo largo del tiempo, y ahora vistos por Uribe desde la perspectiva del Río, como si su voz brotara de las entrañas del cauce.
“Mapocho, una herida abierta”, intenta decirnos, que no existe peor desastre ambiental en nuestra sociedad que sufrir una justicia desprovista de normas efectivas, que permite la existencia de una sociedad desregulada, y sin control suficiente. No basta que todos seamos iguales ante la ley, sino que es preciso que la ley sea igual para todos.