EDITORIAL
Rodrigo GONÇALVES B.
El apartheid era legal.
La esclavitud era legal.
El colonialismo era legal.
La legalidad es una cuestión de poder, no de justicia.
El peligro de perder el poder hace desconfiar y combatir lo nuevo.
El nuevo territorio es Internet, es decir el ciberespacio es nuestro “nuevo territorio”. Vivimos en dos espacios: el nuestro habitual del quehacer cotidiano, y el espacio digital de las pantallas pequeñas.
En la actual revolución digital, lo más destacable es la democratización de la información.
El acceso masivo a los aparatos digitales, como Smartphone, Tablet, y los Notebook entre otros, otorgan al ciudadano un poder comunicacional nunca antes visto. Cada individuo hoy puede transformar su vida en un verdadero mass media.
En la cultura actual hay una exigencia de ser o parecer ganador, sin que importe demasiado qué se gana ni cómo. En esta competencia absurda, no ganar es fracasar. El joven actual vive en un permanente estado de selfie. El éxito es estar y ser visto. Ser vistos, hacerse visible, es el objetivo, eso explica los tatuajes, los coloridos cabellos, entre otros recursos. El éxito contemporáneo es en esencia narcisista.
¿Pero qué posibilidad tiene la gente del tercer mundo, principalmente de África, de aprovechar este medio para revertir la realidad que los afecta y así lograr defenderse de las transnacionales de Europa y el mundo, que continúan saqueando el enorme continente del que todos descendemos, enriqueciéndose con su cobre, el oro y del codiciado coltan, con el cual se fabrican los “democratizadores” Smartphones?
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