Editorial
- Rodrigo GonCalves
Creo que era a fines de 1995, mientras construíamos el restautante Azul Profundo, local que muy pronto se convertiría en un clásico del Barrio Bellavista, y cuna del programa cultural Off the Record. El jefe de obras, con quien solía conversar durante mis visitas para supervisar la obra, me sorprendió un día lunes con un paquete de regalo. Ese fin de semana había estado en el mercado persa Biobío. Eran tres libros de fotografía.
-“Esto, yo sé que le gustará, don Rodrigo”. El primero era de Edouard Boubat, el segundo de Brassaï, y el último, de un tal Sergio Larraín, titulado Valparaíso.
Fue mi descubrimiento. Quedé prendado inmediatamente con sus bellas imágenes de Valparaíso. Personajes, paisajes de la ciudad y sus míticos locales nocturnos del barrio puerto, eran una nostálgica poesía. Inmediatamente seleccioné una de las fotos y mandé hacer una gigantografía que iba adornar por muchos años la zona de pescadería del restaurante. No puedo olvidar cuando invité a Don Francisco Coloane, y él se detuvo largos minutos, observando aquellas negras siluetas de unos hombres, apenas iluminados por un viejo farol, mientras contemplaban las faenas en el puerto.
Después de un sabroso caldillo de congrio, Don Francisco estampó su firma en la proa de ese barco a punto de naufragar en ese Azul Profundo.
Cómo quisera ver nuevamente la mágica escena de las niñas descendiendo la escalera del pasaje Bavestrello, de Sergio Larraín, de un Valparaíso bullente de vida y colorido.