La democracia en el Paraguay cumple hoy 32 años. En 1989 derrocaron a la última dictadura que tuvo el país. Un sistema totalitario que -sin sorpresas- es defendido por el actual Gobierno de Mario Abdo Benítez. En un momento en que la ciudadanía necesita reafirmar su libertad.

Hace 32 años, Stroessner tenía su último día como presidente de la República del Paraguay. Habían pasado más de 34 años, casi 35, en que estuvo el Paraguay bajo su dominio absoluto.

Mucha de la clase dirigente, casi el 90 % de ellos, proviene de esa época y es la que ha gerenciado la maltrecha democracia que tenemos. O sea que, en definitiva, estamos todavía siendo gerenciados como República por los mismos que acompañaron a Stroessner durante más de tres décadas.

Su gobierno ignominioso dejó una herencia de una muy pobre sociedad paraguaya educada. La ignorancia ha sido la cuestión fundamental para seguir sometiendo a nuestro pueblo, y como consecuencia de esa ignorancia, una gran pobreza de nuestro país.

Si miramos los indicadores económicos bajo la dictadura, los números no crecieron como debieran y terminaron consolidando una camarilla rapaz y voraz no sólo en el control, sino también de quienes hacen negocios con el Estado.

Hace 32 años se fue la dictadura, pero no se fue la forma de ser gerenciada bajo democracia transparente y honesta. Nos dejó como legado una gran tarea por realizar para remontar la sumisión y renovar por completo la clase dirigente que fue heredera tributaria, también cómplice y activista durante ese tiempo de la dictadura.

Necesitamos cambiar por completo a esa clase dirigente y colocar a la educación como el elemento central que nos permita tener una sociedad consciente y responsable de su condición de mandante. Dejemos atrás lo que ha sido ese período nefasto y oscuro de la dictadura y abracemos la democracia con libertad para que ella pueda germinar oportunidades para cada uno de los otro.